Hoy se conmemoran 36 años desde la primera visita papal a Paraguay, cuando el papa Juan Pablo II llegó al país en una misión pastoral que tuvo lugar del 16 al 18 de mayo de 1988. Su presencia significó un respaldo para la jerarquía eclesiástica, que en ese momento estaba siendo perseguida por la dictadura stronista. A lo largo de los años, la Iglesia en Paraguay ha obtenido un cardenalato, pero aún enfrenta desafíos en términos de su organización, incluyendo la existencia de varias diócesis vacantes.
El día de la llegada del Papa, el 16 de mayo de 1988, el clima se presentaba nublado y pronosticaba lluvia. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara un diluvio que duró hasta la noche. Mientras tanto, en el campo de espera de Ñu Guasú, alrededor de 400.000 personas rezaban y cantaban, coreando el estribillo: "Juan Pablo, amigo, el pueblo está contigo". A pesar de la lluvia torrencial que inundaba el lugar, la llegada del Papa no se vio afectada y el avión aterrizó exitosamente en el aeropuerto de Luque.
El aterrizaje histórico del Papa a las 13:00 horas fue un momento de alivio y alegría, y disipó los temores que existían debido a las difíciles condiciones climáticas. Algunos pesimistas consideraban las primeras noticias sobre su posible visita como meras conjeturas, mientras que otros más fatalistas afirmaban que su llegada al Paraguay significaría "el fin del mundo".
A pesar de la importancia de aquella visita papal, a lo largo de los años la Iglesia en Paraguay ha enfrentado desafíos en su desarrollo y organización. Aunque ha logrado avances, como la designación de un cardenal, todavía existen aspectos pendientes, como la ocupación de varias diócesis vacantes.
